Fue un sueño hecho realidad, es la carrera más dura que he disputado y que jamás voy a olvidar. Así, con esa frase contundente el corredor más joven de la plantilla del Movistar Team, Diego Pescador, resumió su participación en la edición número 122 de la París-Roubaix.
En diálogo con Jairo Chaves Ávila, periodista de RCN antena Dos, el ciclista quindiano le contó los detalles de su inolvidable experiencia en ‘El infierno del norte’, una de las carrera más exigentes del calendario World Tour, que no tuvo un final feliz para el escarabajo.
“Desde el principio una carrera muy rápida donde tocaba meter mucho manubrio, estar limando rueda como decimos por ahí, muchos bandazos, caídas en el primer tramo de pavé, una locura total, viento en contra, viento lateral. Me gustó la mística con lo espectadores, un ambiente espectacular, la afición es una cosa de locos, nunca había visto algo así.
Al principio íbamos muy bien con el equipo, lastimosamente en una de las caídas tuvo que abandonar un compañero y al final la carrera no salió como lo esperábamos. Hay que tomarlo como un día malo, ya personalmente, entre bien ubicado en el sector del pavé que estaba muy mojado con mucho barro y empezaron las caídas delante de mí, se caía uno, se caí el otro.
Luego, la carrera se mochó y quedé en el corte de atrás y de ahí en adelante fue un sufrimiento total, la sensación de como uno rebota en los adoquines es una cosa impresionante, más con mi peso sentía que había tramos que empezaba muy bien, pero cuando los tramos eran demasiado feos, era imposible, siempre fue muy difícil maniobrar la bicicleta y no iba tan rápido como otros ciclistas que si pasaban literalmente flotando sobre los adoquines.
Lastimosamente, entrando en uno de los tramos más difíciles se me estalló la rueda delantera, el carro del equipo iba con García Cortina, me quedé sin repuesto y me empezaron a pasar los coches de otros equipos, no hubo nada de auxilio, terminé con mucha impotencia, no se si hubiera terminado la carrera, pero se que hubiera podido llegar un poco más lejos.
Son cosas del ciclismo, así es la suerte, igual agradecido con Dios que salí ileso de la carrera. Alcancé a recorrer 165 kilómetros, hasta que me recogió el carro escoba, me faltaron 90 y bueno si me preguntas si me gustó la París-Roubaix, tal vez no me lo creerías, pero te diría que sí. Era mi debut en los adoquines y me gusto mucho la sensación de estar ahí con esa adrenalina. Fue un sueño hecho realidad, es una carrera que jamás voy a olvidar”.